sábado, 7 de abril de 2012

El piropo de Paul

Según el diccionario un piropo es, la palabra o frase que dirige una persona a otra para expresar admiración, generalmente por su belleza. Requiebro.
Antiguamente en España los jóvenes demostraban su amor a las doncellas regalándoles un piropo, un rubí con un color muy intenso debido a la concentración de hierro que tiene. Por ello se denomina piropo a la frase galante que un varón puede dedicar a una dama.

En los tiempos que corren el piropo se asocia al requiebro a o frase procaz que recibe un mujer u hombre y que emite alguien, hombre o mujer, de hormona disparada a voz en cuello para que la claca aplauda su inesperada y soez referencia a las partes sexuales del piropeado, o a las verdes intenciones de quien piropea.

Pero pese a esta ultima consideración, he de reconocer que el piropo me gusta, el bueno, el bien tendido a los pies de quien se piropea, no solo es un detalle que agradece el receptor con una sonrisa, sino que también elogia a quien lo lanza. Un buen piropo es todo un ejemplo de literatura menuda, de poesía de la adoración.

Y en esto estaba yo pensando cuando por el televisor se me cruza el gran Paul Newman, interpretando a un gobernador putero, bebedor, y descreído. Amoral, incendiario y guapo como solo Newman sabia ser. Un personaje blasfemo, incluso imbécil y faltón. Y sin embargo justo en el momento en que su mirada se queda anclada en las caderas de una camarera de striptease, en un ambiente en el que los que le rodean dejan que sus instintos posean sus lenguas. El, mirando como esas caderas le hipnotizan mientras se van caminando, pronuncia uno de los piropos que me parece un magnifico acto de inteligencia y deseo.

''Dios Mio, si yo supiera caminar así iría andando a todas partes" Paul Newman dixit.