sábado, 15 de marzo de 2008

museos de coruña


Salimos por la mañana temprano desde Vigo, dos ninos a bordo. Despues de una hora y media de tranquilo viaje por autopista nos plantamos en la ciudad de A Coruña, con la intención de pasar un día dedicado a visitar museos.
Como vamos con niños y el objetivo es que ellos se lo pasen bien a la vez que se instruyen, planificamos la primera visita para ántes de la comida; El Domus, y la segunda para la tarde; El Acuario.
Los dos museos estan muy cerca el uno del otro, y para llegar a ellos no hay perdida, ya que las indicaciones y su ubicación vecina a la Torre de Hercules facilitan mucho la terea de encontrarlos. Si no nos vamos a mover mucho de la zona, lo más recomendable es dejar el coche aparcado delante del Acuario, y desplazarnos andando a la Casa del hombre. Además es un estupendo punto de encuentro si como nosotros quedas con otro matrimonio con hijos.
Son las 11,00h de la mañana, y una vez reunidos cuatro adultos y cinco niños, nos dirijimos a nuestro primer museo: El DOMUS, La Casa del Hombre. Este museo, junto con el Acuario Finisterrae y la Casa de las ciencias, forma el triunvirato de museos científicos coruñeses. Ubicado en un entorno excepcional, con unas magnificas vistas de la Coruña y del mar.Es obra del arquitecto japonés Arata Isozaki y tiene más de 200 módulos interactivos para divertirse y reflexionar sobre las características de la especie humana.
Es recomendable, si se va a hecer la visita con niños entrar antes ede ir en la web de los museos para poder preparar unas fichas de los que se va a ver para así orientar mejor la experiencia. Por ejemplo siguiendo el resumen de la exposición hominidos y hominidas. Lo que nos permite a adultos y niños gozar mejor de la visita.
En la entrada del museo compramos un bono de visita a los museos científicos coruñeses. 12 euros es un precio muy razonable por tres museos, y si no lo usas en el mismo día como va a ser nuestro caso, el bono no caduca.
La visita según el museo se realiza en 1,30horas, con niños mínimodos horas si se pretende aprovechar. La gran ventaja de este museo es su interactividad. Practicamente trodo se puede tocar. Lo que favorece el interés de los pequeños por las propuestas. En la primera planta , justo al entrar nos encontramos con la zona dedicada a la genética, con unagran helice de adn realizada con guias de teléfono. Hay que ir poco a poco, casi todo son experiencias que nos permiten conocernos mejor. Antes de proseguir vemos un documental el la sala Leonardo,Mar de estrelas.Un apasionante viaje al fondo del mar. 14 min.
Poco a poco transcurre la visita, la zona dedicada al cuerpo humano, les encanto a los pequeños, probaron su velocidad de chut, olieron diferentes fragancias, conocieron el interior de su cuerpo, el corazón, pedalearon junto a un esqueleto y acabaron haciendoase fotos con nuestros antepasados. A la 13,30 vimos el segundo audiovisual: "Ilusiones visuales"29min.
Despues abandonamos el Domus y nos fuimos a comer. Una posibilidad es comer en el mismo museo aprovechando las magnificas vistas que tiene sobre Riazor. Pero nosotros optamos por salir para que los más pequeños corran un poco por el paseo.
A las 16,30 entramos en el Acuarium Finisterrae. Dos horas es lo que proponen para verlo. A la entrada tenemos la exposición Fotógrafos de naturaleza, muy interesante, los niños encantados. Justo al lado esta la entrada a la zona del Maremagnum, un espacio para conocer el mar;toca, escucha, huele... Admira el mar y sus criaturas. Enamórate del medio ambiente al mismo tiempo que aprendes oceanografía, geología, acuicultura y tradiciones marineras. Acuarios de gran volumen representan todos los ecosistemas de la costa gallega. Es una zona para disfrutar con calma, pero los pequeños no para de padirnos que quieren ver a Gastón y a las focas.
Así que nos dirigimos a ver a Gastón. Vive en la sala nautilus, una reproducción del submarino de Nemo desde el que se puede ver el gran tanque donde vive Gastón: Es un gran tiburón toro de más de 100kg de peso, el rey del acuario. Aquí los padres nos tomamos un descanso mientras los pequeños tartan de que Gaston y sus compañeros les hagan caso.
Salimos por fin al exterior para ver a la colonia de focas que habita el acuario, recorrer todo su perimetro y acercarnos al jardín de los pulpos. De vuelta al interior del museo y antes de salir pasamos por la zona del tocatoca del maremagnum, ya que las ganas de ver a Gaston impidieron que se detuviesen a tocar a las estrellas de mar y a sus compañeros de piscina.
Son las siete cuando abandonamos el museo, cogemos los coches y emprendemos el regreso.

libros para soñar

Había una vez, en una pequeña ciudad del norte, un lugar de ensueño. Un rincon de fantasía donde habitan las hadas, los trasnos y todos los seres mágicos de los cuentos.... Debe ser este el principio para la visita que hicimos a la librería "libros para soñar", que la editorial Kalandraka tiene en el casco viejo de Vigo. Un espacio pequeño y singular, con una gran sala dedicada a contar cuentos. Las estanterías claras y el espacio diafano, sin grandes acumunlaciones de libros, los juguetes y los libros al alcance de los niños, la sonrisa permanente del personal. Nada hace presagiar que el lugar en el que nos encontramos, sea nada más que una pequeña librería urbana, atendida con cariño.

Al llegar la librería estaba abarrotada de niños. Los libros en la mano, leyendo de píe, sentados en las escaleras y por el suelo. Los padres emocionados, recordando las historias que les contaban de niños. Es extraño ver a tantos alrrededor de los libros. Y de repente, como en los cuentos, el entorno se transformó como por arte de magia.

La cuentacuentos, que antes era una de las dependientas de amplia sonrisa de la librería, se acerco a la sala que antes estaba vacia. Convirtío en trono magico, un pequeño sofá rojo, que habitaba una de las esquinas de la habitación; y todo se transformó durante una hora. Nos sentamos todos, padres e hijos, alrrededor de la cuentacuentos y soñamos.
Los primeros cuentos eran historias contadas a medias con los propios niños que la rodeaban. Después dejó que la fantasía de la palabra nos envolviese y nos llevase de la mano a ese rincón infantil que todos llevamos dentro. Los ojos de los niños estaban ávidos de sumergirse más todavia en los cuentos, se les agolpaban mil preguntas en los labios, que se resolvian poco a poco en el devenir de la historia.

Nos despertamos ensoñados, recordando partes de los cuentos que los pequeños insistian en comentar una y otra vez. Como padres responsables, escogimos algún cuento de la estanterias de la librería. Pagamos con dinero y nos devolvieron sonrisas y sueños.


Y esa noche dormimos todos como nuestros hijos... Yo soñe con el Caparucita y el lobo.
Gracias kalandraka, por el tiempo para soñar.